martes, 18 de marzo de 2008

Apocalipsis.

Con su permiso, un ensayo de JaviG.


Puf. Puf, puf. Puf, puf, puf, puf, puf….Así sonaban en la imaginación de Sergei Krikalev aquellas nubecillas blancas que iban apareciendo en la faz de la Tierra. Una, dos, cuarenta. Y otras tantas, o muchas más, imaginaba en el hemisferio que no alcanzaba a ver en ese momento desde el puesto de observación de la estación espacial internacional. El no debería estar todavía allí. Había desobedecido una orden y, ahora, no tenia sentido obedecerla. Cuando recibieron el mensaje de Control Uno, el jefe de misión fue tajante. Abandonar la estación en el módulo Soyuz y regresar a la tierra, mientras tanto el astronauta Sergei Krikalev debería desacoplar el módulo laboratorio y dejarlo a la deriva. Después seguiría a sus compañeros en el módulo Zvezda. Pero no lo hizo.

Sabía que aquello ocurriría tarde o temprano. Los americanos habían desarrollado un arma terrible capaz de borrar la vida humana de un continente sin afectar lo más mínimo las infraestructuras, la flora o la fauna. Un arma “ecológica”, sin residuos, sin radiaciones. Lo que no sabían, aunque algunos lo sospechaban, es que los chinos estaban teniendo éxito en la misma investigación y les sería igual de fácil sustituir las cabezas nucleares de sus IL-2 intercontinentales. Evidentemente lo habían hecho.

Era cuestión de tiempo. El caos producido por la falta de recursos precipitó la catástrofe. No había solución o, al menos, no había ninguna viable. Los ciudadanos de cualquier país se revelarían contra sus gobiernos si estos aplicaran las medidas necesarias para detener la esquilmación de los recursos del planeta. Nadie iba a ceder si el vecino no lo hacía primero.

La idea era terrible pero eficaz. Si la población de la Tierra se reducía de la noche a la mañana a menos de la mitad los recursos serían suficientes para mantener, precariamente, a quien hubiera tomado primero la decisión. Los gobernantes mantendrían su poder.

Nada había salido según lo planeado. La devastación sería total.

Por el número de “nubecillas” que Sergei seguía contando desde la estación espacial, en pocas horas no habría un solo humano vivo en la superficie de la Tierra.

Ahora Sergei se trasladaba hasta el módulo laboratorio pensando que haría a partir de ahora. Flotó hasta el banco de trabajo PCH-72(GEN), proyecto ultra secreto nipón que debería haber destruido. Leyó las últimas anotaciones del informe de desarrollo. Era viable. No había ya impedimento legal ni ético. Todos los contenedores estaban dispuestos y su funcionamiento automático asegurado. Cerró la carpeta en cuya portada rezaba: “GENESIS. Proyecto de colonización humana en Epsilon Eridani b”.

Sergei Krikalev sonrió. Su primera decisión estaba tomada. A partir de ahora se llamaría Dios.





Dedicado a mi amigo “el catastrofista”.

Agradecimientos: A Fredric Brown, un vago como yo nunca podría plasmar sus fantasías en 649 páginas. A mi mujer, que todavía no lo es y no lee estas chorradas.

viernes, 7 de marzo de 2008

Elecciones

Utilómetro

Vivimos en una cultura de excesos, tenemos mucho tiempo libre como demuestra esta página.

utilometro

Para que sepas si tu voto puede o no ser eficiente. Curiosamente no se sabe quien está detrás de esta página, a quien le interesa más, aunque tiene toda la pinta que a los mayoritarios.

Y para complementar siguiendo con política, aclaro que no conozco a esta Eva de nada

Eva se desnuda



Los que todavía tengáis tiempo libre, os recomiendo las opiniones literarias y políticas de César Mallorquí